Archivo por mes: mayo 2022

Se podía percibir a lo lejos. Su silbido característico anunciaba a los reposantes que todo estaba tranquilo y sereno. ¿Cuántos vivaces de la mala vida y costumbres engañosas se alejaron al verlo acercarse? ¿Cuántas anécdotas y experiencias se quedaron guardadas en el empolvado baúl del tiempo? Hoy vamos a rescatar unos relatos de un hombre que recorrió en gran parte el Teziutlán de noche de tiempos de antaño. Es la historia de un velador perteneciente al cuerpo de veladores del H. Ayuntamiento Municipal y que sus rutas incluían: Ahuateno, San Francisco, Cohuaco (subida de la Hidaldo) y Avenida Juárez. Estas rutas las compartía con otros compañeros para así poder cubrir la vigilancia demandada por la sociedad.Llamaremos a nuestro personaje Don José, para no entrar en nombres, sin embargo esto no le quita ningún mérito a la labor que desempeñaba noche tras noche.Sin mas preámbulo les dejamos con el relato de…

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Cierta noche de un noviembre neblinoso y frío, de esos fríos que muerden con colmillos de hielo y embotan el alma, llegó hasta el portón de la casa de la familia Cervantes en la calle de Lerdo una mujer de origen incierto y edad incalculable, que cargaba a sus espaldas una chiquilla y portaba de la mano un mozuelo de no más de siete años de edad. Hizo sonar la aldaba tres veces. En el interior, don Rodolfo Cervantes se preparaba para dormir y se encontraba haciendo su recorrido habitual por aquella mansión para cerciorarse de que todas las puertas y ventanas estuvieran debidamente cerradas. Doña Josefa, su esposa, se alarmó sobremanera, pues no era común que alguien los visitase a las once de la noche. A decir verdad, don Rodolfo también se mostraba alarmado. Extrañados, acudieron los esposos al llamado de la puerta. Preguntaron de quién se trataba y…

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El conocido refrán “arrieros somos y en el camino andamos” es tan popular en España y en América Latina que ha sido llevado a la música y a algunos géneros literarios y en esta ocasión a la disciplina histórica para dar título a este escrito. El arriero, figura de la cual deseo compartir con el lector, algunos aspectos de su importante labor en el pasado. Con la llegada de los españoles a tierras americanas las mercancías se empezaron a trasladar a lomo de mulas a cargo de los arrieros; incluso, a finales del siglo XIX con la introducción del ferrocarril, la arriería conservó importancia, ya que los derroteros de los arrieros se conectaron con las estaciones ferroviarias para distribuir las mercancías hacia los lugares donde el “caballo de acero” no podía llegar; asimismo, para llevar hasta los trenes de carga los productos del campo y la minería, los cuales eran…

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A finales del Siglo XIX la educaciòn en el paìs era pràcticamente acaparada por la religiòn, y eran comùnes en aquella època los Colegios regidos por monjas y sacerdotes para impartir clases de Historia, Geografìa, Aritmètica…siempre con toques y tintes de caràcter religioso y buenos modales. El Liceo Teziuteco fue la primera instituciòn particular y laica en la regiòn a la que asistìan los hijos de familias adineradas y no tan acomodadas de Teziutlàn, como los Àvila Camacho, para recibir sus primeras letras, tal y como se relata en el libro »Vivir de pie. Los tiempos de don Maximino», en donde se lee:»Los altibajos que la familia Àvila Camacho enfrentaba en su economìa no fueron obstàculo para que Manuel y Maximino accedieran a la educaciòn primaria en el Liceo Teziuteco, que era la escuela de mayor prestigio en la zona, tanto por su educaciòn innovadora como por estar dirigida por…

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Teziutlán, finales del Siglo XIX. Grandes progresos se viven en la región: las calles estrenan por primera vez el alumbrado público, cuya planta generadora de electricidad se instaló en una antigua casa situada actualmente en la Avenida Juárez esquina con Alatriste; y el Teatro Victoria, recién erigido en 1882, cuya elegancia y estilo es copia fiel de uno similar en Francia. Las compañías de opereta y zarzuela visitaban la Perla de la Sierra y hacían las delicias de un público exigente y conocedor, ávido de espectáculos y entretenimiento en una época en que la neblina aparecía de la nada y de repente engullía a la ciudad entera, envolviéndola en un manto blanquecino y espeso donde apenas se podía distinguir a tres metros de distancia. Una niebla que cubría de silencio veredas y pueblos; casas y conciencias, apagando las voces, las risas, así como el bullicio, al igual que lo hace…

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Con ambos motes era conocida la anciana que vivía por la subida del Camposanto: »la de los dientes de tuza y pico de cotorra». Aquella que por sus negocios con las Autoridades del Otro Lado era tan buscada como un ponche caliente en uno de esos días en que la niebla no deja ver ni las propias narices. A esas actividades la habían orillado los requerimientos de los demás. Ciertamente le procuraban el sustento y hasta algunos ahorritos; pero vivía siempre temblando de miedo. La tenían »entre ojos» – ¿acaso no lo sabía?- todos aquellos que la necesitaban para sus componendas pero que con amabilidad hipócrita fingían visitarla para escudriñar los rincones. Beneficios y maleficios partían igualmente de sus manos y eran tantos, que hacían horizontes en su gran sabiduría: remendaba santos, hacía »mal de ojo», condimentaba bebedizos y enseñaba a hablar a los jilgueros y a los tzentzontles. En…

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Año de 1914.No eran tiempos de paz para Teziutlán. La plaza de Teziutlán permanecía sitiada hacía varios meses y no daba trazas de caer en poder de las fuerzas revolucionarias que la asediaban.Su situación topográfica ayudaba para la defensa: barrancas en todos sus alrededores y solamente por el lado de la estación ferroviaria se resentía el punto débil. Por ese lugar se habían registrado fuertes ataques de los rebeldes y varios jefes federales resultaron heridos con numerosas bajas…pero la plaza se sostenía inexpugnable. ¡Viva Carranza! ¡Viva Carranza! ¡Mueran los pelones! Eran los gritos de los indios rebeldes que se escuchaban en las noches serenas al pie de las estribaciones del Cerro del Chignautla, por el rumbo de Ahuateno y por Xoloco. La ciudad, que al principio estaba defendida por fuerzas del Estado, integrantes del Batallón Zaragoza, al que no recuerdo por qué llamaban »los pambazos», al mando del Coronel Guevara,…

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En mis andanzas callejeras habìa conocido a aquel hombre, de quien sabìa le llamaban »El Màcara». Alto y delgado, medio trigueño; ojillos vivos como de tuza, escondidos debajo de cejas lampiñas y apretadas. Su rostro alargado estaba picado de viruela. Era tan hocicòn de la boca que se me figuraba como un caballo de esos con los que se juega ajedrez. El sombrero, caìdo de un lado, »gacho», como se dice, le daba el aspecto de un hombre maliciosamente distinto de los demàs, una especie de personaje de novela policìaca o de pelìcula misteriosa. Naturalmente que mi imaginaciòn lo situaba en el papel de hombre malo. Hasta nuestros conciliàbulos del colegio nos llegaban las noticias de que era hombre decidido, jugador y, como suelen señalar los vecinos caracterizados, sin oficio ni beneficio. Decìan que nunca faltaba en las cantinas y en la famosa »partida», que se abrìa en las fiestas…

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Concepción Serrallonga y Patiño , nació en Papantla, Veracruz en 1886. Era mujer refinada. Su linaje no le impidió comportarse como la dama educada y el ser noble, extraordinario, sensible y de virtud modelo que siempre fue y la distinguió entre su familia y sus amistades. Conoció los claroscuros de la vida y hasta la madrugada de su ocaso, a sus 38 años de edad, mostró la dignidad de quien ha caminado con la satisfacción de derramar el bien. Desde la infancia aprendió a cantar ópera y tocar el piano Weinbach de construcción alemana que alguna vez llegó a su casa -La Casa Dorada- y se convirtió en noticia porque al desembarcarlo en el Puerto de Veracruz, en la época del Porfiriato, los técnicos germanos desmontaron el instrumento de cola, contrataron arrieros que condujeron las partes en una recua de mulas y posteriormente lo armaron ante la curiosidad de los…

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El año de 1918 fue fatídico. Marcó el fin de una década en la que las crisis política y económica, los desajustes sociales y diversas enfermedades golpearon duramente a México. Destacaron entre estas últimas la terrible epidemia de tifo (octubre de 1915–marzo de 1916) y la pandemia de influenza en 1918. En ese año, con el recuerdo del tifo todavía presente, Puebla sufrió en carne propia la llegada de la influenza, como la mayoría de las ciudades del país. Esta pandemia ocasionó en esa localidad cerca de 2 000 defunciones en poco más de 60 días, con lo cual entró en crisis la política sanitaria y se agudizaron los conflictos sociales existentes. Meses después, la fiebre llegaría a Teziutlán. Hoy a 2 años de la pandemia de coronavirus que vivimos todos, recordamos cómo fue la crisis sanitaria que sacudió al Estado de Puebla, en especial, a nuestra región de la…

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