El año de 1918 fue fatídico. Marcó el fin de una década en la que las crisis política y económica, los desajustes sociales y diversas enfermedades golpearon duramente a México. Destacaron entre estas últimas la terrible epidemia de tifo (octubre de 1915–marzo de 1916) y la pandemia de influenza en 1918. En ese año, con el recuerdo del tifo todavía presente, Puebla sufrió en carne propia la llegada de la influenza, como la mayoría de las ciudades del país. Esta pandemia ocasionó en esa localidad cerca de 2 000 defunciones en poco más de 60 días, con lo cual entró en crisis la política sanitaria y se agudizaron los conflictos sociales existentes. Meses después, la fiebre llegaría a Teziutlán. Hoy a 2 años de la pandemia de coronavirus que vivimos todos, recordamos cómo fue la crisis sanitaria que sacudió al Estado de Puebla, en especial, a nuestra región de la Sierra Norte, y que gracias a eso surgió una leyenda.
La influenza es una enfermedad respiratoria viral aguda, que afecta nariz, garganta, conductos bronquiales y pulmones. Tras un breve periodo de incubación se presenta con la aparición de fiebre, nauseas, cefalea, malestar generalizado, dolor muscular, dolor de garganta, inflamación de las mucosas y tos prolongada e intensa. En los casos del tipo A (H1N1), se manifiestan también vómitos y diarrea como parte de la sintomatología.
Es importante señalar que la influenza tipo A se presenta, en la mayoría de los casos, asociada a importantes complicaciones virales y bacterianas, como neumonía aguda, bronquitis hemorrágica, bronconeumonía, broncopulmonía, problemas cardíacos, renales, pulmonares y metabólicos, entre otros. La mortalidad es alta, especialmente entre los pacientes mayores de 65 años, y en algunos casos, como en la pandemia de 1918, entre adultos jóvenes.
Cuando esta pandemia azotó a Teziutlán a inicios de 1919, las condiciones sanitarias de la ciudad no eran tan óptimas. Desperdicios, basura y animales muertos; eran cosa cotidiana. Cuando se detectó el primer caso, los tres principales médicos de la ciudad: Manuel de la Fuente, Jesús Duarte y León Trigos, integraron un consejo y se dirigieron al ayuntamiento en turno para exigir medidas urgentes a fin de contener el brote.
De acuerdo con testimonios; al fallecido de influenza, lo «encalaban» lo amortajaban y debían esperar a que un carretón a mula improvisado, pasara por la casa a recoger el cádaver. No se permitía un velorio. La muerte acechó a muchos ciudadanos. Ricos y pobres, sucumbían ante la enfermedad. Se publicaron carteles de información. Utilizar tapabocas y guantes de ser necesario. Lavarse las manos con alcohol y no tocar las pertenencías del enfermo. Se cuenta que los borrachitos del pueblo, no se contagiaban, o al menos no de manera inmediata. Fueron ellos a los que se les pidió que llegaran a los hogares a sacar los difuntos para llevarlos al Panteón Municipal. Donde se dispuso una zona en la parte oriente para una fosa común. Muchos terminaron sus días allí, sin un sepulcro de honor por parte de sus familias. Tiempo después, se desarrolló una leyenda fantasmal con todo esto. Se decía que por las noches se podía oír a la lugúbre carreta avanzando lentamente y donde se detenía; anunciaba un futuro difunto para esa familia desafortunada. Así surgió el relato de: «El Carretón del Muerto». Alimentada por el imaginario popular, mucha gente cayó en psicosis cuando escuchaban pasar una carreta jalada por una mula en las noches frías y brumosas, avanzando lentamente por las calles empredradas y lodosas. Nadie se atrevía a salir y enfrentar a tan escalofriante aparición. Finalmente 6 años después del brote, Teziutlán se recuperaría de esta etapa tan oscura y difícil. Pero la leyenda del carretón perduraría algunos años más, como un siniestro augurio para anunciar que alguien iba a morir.
Como dato curioso: Esta leyenda fue conocida desde el centro del país hasta centroamérica. Quizás por influencia (qué ironía) por la película: «La Carreta Fantasma» de 1921.
Muchas gracias por leer esta Historia que la Niebla se Llevó.
Hasta la Próxima
Créditos: Hemeroteca Nacional. – Fototeca INAH.