Un comerciante fuera de serie.
Al negrito Jacobo rara vez se le veía por las calles de Teziutlán. Había sentado sus reales en unas piedras amontonadas cerca de un rincón del mercado, sobre las que se instalaba para vender su mercancía a los indígenas de la región. El negocio no podía ser más productivo si se tiene en cuenta que el único capital que aportaba era la paciencia, sin la cual la quiebra habría sido irremediable. Todo lo que tenía que hacer era esperar a que le creciera el cabello y con eso se acababan sus preocupaciones económicas. El dinero entraba en sus bolsillos como en las arcas de la Tesorería en época de inflación. Sin embargo, a veces la pasaba »pintas», a pesar de que difícilmente podía haber superproducción de cabello de negro, porque la demanda era constante y la oferta necesariamente limitada. Entonces el humor de Jacobo se ponía a tono con su…
La Casa del Poeta.
Rubén Marín (1910 – 1980) escribió una hermosa novela ambientada en Teziutlán: Los Otros Días, apuntes de un médico de pueblo. En esta hace minucioso detalle sobre algunos personajes, calles y casas que en esa época brillaban de esplendor y vida destacando, entre otras, la llamada por él mismo Casa del Poeta. Su hija Josefina Marín de Murgasz, quien nos dijo que, según recordaba, era un caserón muy bonito ubicado en el centro, con jardines esplendorosos y patios espaciosos, con fuentes de agua y escalinatas por doquier para acceder a las numerosas habitaciones que tenía la Casa del Poeta que tanto recordaba su padre. «…Hace años. Poco tenía yo de instalado en el lugar cuando conocí La Casa del Poeta. La Casa del Poeta era, propiamente, una casa mía. Quiero explicarme. Yo no supe si la tal casa la vivía un poeta de veras o no, ni procuré indagarlo. Mejor…
Vicente Segura, de millonario a revolucionario.
Relataban los abuelos que años antes del movimiento revolucionario de 1910, cuando las calles teziutecas exhalaban el aroma de la fruta que abundaba en las fincas, de las tejas mojadas y de las macetas de barro que adornaban los balcones con herraje, los moradores, asombrados, presenciaban el paso airoso de un niño de bucles de oro, muy hermoso, con aspecto de príncipe, que vestía trajes de terciopelo con cuello blanco, inmaculado y de encaje, con zapatillas de charol y hebillas de plata, quien era acompañado, durante las mañanas nebulosas y frías, por un hombre de edad avanzada, su sirviente, cuyas grandes patillas y sombrero singular cautivaban la atención. Niño elegante aquél, que el viejo asistente acompañaba hasta el colegio Liceo Teziuteco,a alguna casa o el templo y que contrastaba con los hombres y mujeres de gran refinamiento que vestían de acuerdo con las modas porfirianas y parisinas, y con los…
Día de exámenes en el Liceo Teziuteco.
Los exámenes se efectuaban en los primeros días de diciembre, pero, durante casi todo noviembre, una vez que pasaban las fiestas de Difuntos y Todos Santos, nos ocupábamos de los preparativos necesarios, ya que se trataba de pruebas bastante duras y como los alumnos del Liceo Teziuteco teníamos cierta fama de estudiosos y aprovechados, era necesario sostenerla y acrecentarla. Así, pues, dejábamos los juegos y las excursiones y nos dedicábamos a repasar lecciones, a hacer los trabajos que habríamos de presentar y a prepararnos, en fin, para no hacer un mal papel. Tanto el director del plantel como sus ayudantes; los profesores Enrique Rodríguez, que tenía también a su cargo la clase de inglés; Tránsito Gallo, encargado del curso medio; Eulalio Rodríguez, maestro de música y canto, nos ayudaban cuanto podían, de tal manera que, al efectuarse el solemne acto, quien más, quien menos, nos hallábamos en condiciones de afrontar…
El Viejo Hospital Civil de Teziutlán.
Esa mañana nació llena de luz, de una luz que daba a las cosas una claridad de detalle un poco cruda.Fui bajando por la calle poco a poco. En el umbral de una puerta una mujer tenía entre su regazo a una niña. La criatura estaba hincada y colocaba sus pequeñas manos en las rodillas de la mujerona, mientras esta la despiojaba sosegadamente. Unos perros se acometían gruñendo y de la casa brotaba un aroma a hervor de frijoles.Adelante, sentado en la puerta de su casa también, un zapatero, un viejo zapatero que sufría de cólicos biliares.Luego había unas cercas de izotes y geranios prendidos en la ramazón. Pasó una marchantita liada en su chal negro, que llevaba a su espalda una gran canasto de verduras. Unos muchachos entre gritos y carreras, empinaban un papalote. Bajando la calle se llega a una esquina. Por aquí se escurre culebreando el camino…
Presbítero Federico Escobedo (Tamiro Miceneo).
Primera parte. Al señor Canónigo Dr. don Federico Escobedo, miembro de la Real Academia Española de la Lengua y de la Mexicana dependiente de aquèlla; Tamiro Miceneo entre los Àrcades Romanos, distinguidìsimo humanista, gran literato, alto poeta, de origen guanajuatense y màs que todo ilustre y respetable amigo mìo, lo conocì en la redacciòn de la revista Cosmos, que se editaba en la Ciudad de Mèxico, en una vieja casona de las antiguas calles de la Misericordia. Años despuès el Padre Escobedo, como lo conocìamos, fue a dar una visitada por mi pueblo de Teziutlàn y allà se quedò. Hizo acomodo en la capellanìa del hermoso Santuario del Carmen y en èl se consagrò en vida y alma a servir a la venerada Virgen del Carmelo. Cuando me reintegrè a mi nativo solar, volvimos a encontrarnos el Padre y yo. Nuestra añeja amistad se fortaleciò con la vecindad inmediata. Solìamos…
Las Funciones del Teatro Victoria
¡Agàrrense que ahì viene la rabia! ¡Chùn! ¡Chùn! ¡Chùnfarafafa, chùnfarafafa! ¡La rabia! Como alimañas atrapadas nos brincaba todo cuanto tenìamos dentro del cuerpo al estallar bajo nuestros balcones los estornudos metàlicos que, acompañados de grandes alaridos arrojados por la cauda de chiquillos que la seguìa repartiendo los programas, lanzaba la banda de mùsica, a la cual habìa bautizado mi hermano mayor con ese nombre (La Rabia). A la gente grande acaso la dejara indiferente esa murga que recorrìa las calles – sin la cual difìcilmente se sabìa si habrìa o no funciòn -; pero a los niños nos producìa un entusiasmo tal, que no podìamos tenernos quietos en las sillas que rodeaban la gran mesa del comedor. -¿Vamos al Teatro? -.Hoy no, hasta el domingo. Siempre la misma pregunta y siempre la misma respuesta. Pero eso sì, el domingo nos despachaban muy peripuestos casi al terminar la comida del mediodìa:…
La inauguración del Parque Zoológico de Teziutlán
En diciembre de 1968 se inauguraría en Teziutlán el primer zoológico de la región norte de Puebla. Siendo Presidente Municipal Don Ramón Tapia Mendoza, tuvo la idea de establecer un parque zoológico en un predio ubicado en la parte sur de la ciudad.Se trazaron los accesos y la ubicación de las jaulas así como las pequeñas lagunillas para las aves acuáticas y de igual manera, la rotonda que recorrería todo el parque para poder admirar a los animales.Pero ¿Cómo era el Zoológico?La entrada original estaba donde ahora es el CONALEP, ahí te recibía un monumento donde se leía los trabajos que se realizaron para concretar la obra, más tarde fue retirado por el anuncio de que en Teziutlán se incorporaría al sistema de bachilleratos de preparación técnica impulsados en los primeros meses del año de 1978 por el entonces Secretario de Educación Pública, Fernando Solana, a sugerencia del Presidente José…
La Casa Cervantes, esplendor del Teziutlán del ayer.
´´El centro de Teziutlán está lleno de fantasmas´´, solía decir mi abuela cada vez que pasábamos frente a las ruinas de la Casa Cervantes, lúgubre caserón enclavado en las esquinas de Lerdo e Hidalgo y cuyos oscuros interiores se dejaban entrever a travès de sus puertas y ventanas herrumbrosas. Como muchas otras viviendas y edificios de La Perla de la Sierra, estas cuarterías abandonadas son ahora hogar de sabandijas y gatos sarnosos , infelices espectros que espantan entre la basura y tejas derruidas de sus escombros, edificios cuyas cornisas se desmoronan sobre las calles causando víctimas mortales en días de viento. Ya a principios de la década de mil novecientos noventa la Casa Cervantes mostraba ese aire melancólico de dejadez y resignación por el paso del tiempo. Otrora importante tienda de abarrotes en la región, de su esplendor y vida nada quedaba ya, salvo dos ancianas hermanas privadas de la…
Los Arrieros en Teziutlán y Zona Norte.
El conocido refrán “arrieros somos y en el camino andamos” es tan popular en España y en América Latina que ha sido llevado a la música y a algunos géneros literarios y en esta ocasión a la disciplina histórica para dar título a este escrito. El arriero, figura de la cual deseo compartir con el lector, algunos aspectos de su importante labor en el pasado. Con la llegada de los españoles a tierras americanas las mercancías se empezaron a trasladar a lomo de mulas a cargo de los arrieros; incluso, a finales del siglo XIX con la introducción del ferrocarril, la arriería conservó importancia, ya que los derroteros de los arrieros se conectaron con las estaciones ferroviarias para distribuir las mercancías hacia los lugares donde el “caballo de acero” no podía llegar; asimismo, para llevar hasta los trenes de carga los productos del campo y la minería, los cuales eran…