Archivo de la etiqueta: Leyendas

´´El centro de Teziutlán está lleno de fantasmas´´, solía decir mi abuela cada vez que pasábamos frente a las ruinas de la Casa Cervantes, lúgubre caserón enclavado en las esquinas de Lerdo e Hidalgo y cuyos oscuros interiores se dejaban entrever a travès de sus puertas y ventanas herrumbrosas. Como muchas otras viviendas y edificios de La Perla de la Sierra, estas cuarterías abandonadas son ahora hogar de sabandijas y gatos sarnosos , infelices espectros que espantan entre la basura y tejas derruidas de sus escombros, edificios cuyas cornisas se desmoronan sobre las calles causando víctimas mortales en días de viento. Ya a principios de la década de mil novecientos noventa la Casa Cervantes mostraba ese aire melancólico de dejadez y resignación por el paso del tiempo. Otrora importante tienda de abarrotes en la región, de su esplendor y vida nada quedaba ya, salvo dos ancianas hermanas privadas de la…

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La presente historia tiene su origen en Guanajuato, sin embargo una versión de esta misma se desarrolló en lo que fuera la Villa de Tlatlauquitepec, evangelizada esta región por los frailes franciscanos provenientes de Tlaxcala; llegando a Tlatlauquitepec en 1526. Sin embargo, la narración se empieza a conocer desde el siglo XVIII, a casi un siglo de la conocida en Guanajuato. Por lo que se presume, fueron los mismos religiosos provenientes de regiones cercanas, o que hayan pasado por Guanajuato, que trajeron esta leyenda a nuestra región. Cabe decir que esta narración, además de ser adaptada a Tlatlauquitepec, desaparece del círculo de leyendas y costumbres de la población, casi tres décadas después de entrado el Siglo XX. ¿Por qué? Creemos que al no ser una leyenda local, mucha gente oriunda decidió ignorarla y sepultarla como un hecho ficticio curioso. Tal vez, algún habitante de Tlatlauquitepec nos pueda comentar al respecto.…

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Teziutlán, finales del Siglo XIX. Grandes progresos se viven en la región: las calles estrenan por primera vez el alumbrado público, cuya planta generadora de electricidad se instaló en una antigua casa situada actualmente en la Avenida Juárez esquina con Alatriste; y el Teatro Victoria, recién erigido en 1882, cuya elegancia y estilo es copia fiel de uno similar en Francia. Las compañías de opereta y zarzuela visitaban la Perla de la Sierra y hacían las delicias de un público exigente y conocedor, ávido de espectáculos y entretenimiento en una época en que la neblina aparecía de la nada y de repente engullía a la ciudad entera, envolviéndola en un manto blanquecino y espeso donde apenas se podía distinguir a tres metros de distancia. Una niebla que cubría de silencio veredas y pueblos; casas y conciencias, apagando las voces, las risas, así como el bullicio, al igual que lo hace…

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El año de 1918 fue fatídico. Marcó el fin de una década en la que las crisis política y económica, los desajustes sociales y diversas enfermedades golpearon duramente a México. Destacaron entre estas últimas la terrible epidemia de tifo (octubre de 1915–marzo de 1916) y la pandemia de influenza en 1918. En ese año, con el recuerdo del tifo todavía presente, Puebla sufrió en carne propia la llegada de la influenza, como la mayoría de las ciudades del país. Esta pandemia ocasionó en esa localidad cerca de 2 000 defunciones en poco más de 60 días, con lo cual entró en crisis la política sanitaria y se agudizaron los conflictos sociales existentes. Meses después, la fiebre llegaría a Teziutlán. Hoy a 2 años de la pandemia de coronavirus que vivimos todos, recordamos cómo fue la crisis sanitaria que sacudió al Estado de Puebla, en especial, a nuestra región de la…

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Esta historia se desarrolla en el Teziutlán de finales del siglo XIX. Se desconoce exactamente el lugar, pero las narraciones cuentan que era por Teziutanapa (los terrenos detrás del Panteón Municipal, no confundir con Teziutanapan del Municipio de Tlatlauquitepec) Don Bernabé salía todos los día de su humilde vivienda desde muy temprano. Fabricaba utensilios de madera para la cocina, elaboraba escobetas de raíz, palitas, cucharones y batidores, entre otros artículos. Se dirigía rumbo a la Plaza Principal (Parque), pasando casa por casa anunciando su mercancía. Los días de tianguis (calles Allende y Cuauhtémoc) ocupaba un pequeño espacio donde era más cómodo recibir a clientes que gustaban de sus productos. Siempre con una sonrisa, atendía a la cliente más desconfiada, haciendo hicapié en la calidad de elaboración y rendimiento de la pieza.-¿Y este escobetón a cómo?-25 centavos su «merce»-¡Está muy caro!…¿20?-Lléveselo su «merce»Muchas veces debía reducir sus ganacias con tal de…

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