Especial de la Virgen del Carmen. Capítulo I

Damos inicio a una serie de publicaciones sobre la historia del Santuario de Ntra Virgen del Carmen. Todo comentario es bien recibido, y nos impulsa a seguir investigando aún más sobre hechos históricos olvidados.

Aquella mañana en la Parroquia de Sta María Teziutlán, se llevaba a cabo una ceremonia muy común, pero con un bautizado muy especial. El párroco, estampaba en el viejo libro de registro de bautismos el nombre de aquél pequeño, luego desparramó la arenilla sobre la tinta fresca aún, teniendo cuidado de recogerla nuevamente en su vial, que acomodó en la escribanía; y revisando los datos anotados murmuró: “Niño Ignacio José…de tres días de nacido…padres, Don Jacinto Miranda y Dña Felipa Suárez…padrinos, Don José Carmona y su esposa…

Ya con voz alta se dirigió al padrino que delante de él estaba, y añadió: -es mi deber el recordarle sus obligaciones. Usted ha contraído parentesco espiritual con este niño, y a falta de sus padres, debe procurar la formación cristiana de su ahijado. Usted será su guía y pilar en los tiempos difíciles. Encontrará en usted a un padre para pedir consejo.

La escena tenía lugar el día 2 de febrero de 1735, en la Parroquia Sta María Teziutlán. Aquel día tan sublime, había sobre el piso de cantera, canastos adornados con fragante romero, llenos de semillas que parceleros y labradores habían traído para ser bendecidas, junto con sus bujías de cera amarilla. Se celebraba la fiesta de la Purificación de Nuestra Señora, llamada comúnmente; La Candelaria. Al medio día, se empezaron a oír los repiques del Ángelus mezclados con el estruendo de cuetes, inevitables en toda fiesta como señales de regocijo popular.

Con paso lento, pero bien marcado, el cura salía al atrio de la Parroquia y mencionaba a los presentes:

-El ángel del Señor, anunció a María…-Y concibió por obra del Espíritu Santo…respondieron los congregados. Al término del acto, el religioso se inclinó sobre el pequeño recién bautizado trazando en su frente la señal de la Cruz, diciendo a manera de despedida: -¡Buenas tardes hermanos míos!

Aquel pequeño acto, quedaría marcado en los registros históricos como prueba fehaciente del quien más tarde convertiría su fe en un acto de amor. Llevando más allá su visión religiosa y entregaría su vida e incluso su alma a construir el templo que hoy todos conocemos y admiramos.

Ignacio José tuvo varios hermanos: Miguel, Francisco, Mariano, Josefa y Manuel Antonio; este último fue minusválido, y vivió muchos años al amparo de su hermano mayor. Nachito, como le decían, asistió a la escuela, donde aprendió a leer y escribir y hacer cuentas. Sus padres no eran acaudalados, pero tenía su casa propia, un solar de cultivo y un terreno anexo, donde Don Jacinto fundó un taller de carpintería instruyendo a sus hijos al oficio. Al morir su padre, este les dejó:

40 herramientas

1 cabalgadura

1 casaca

1 escopeta de arción

Tiempo después de la muerte de su padre, el ahora Don Ignacio José se casaba en la misma parroquia 20 años después. El 5 de diciembre de 1755, el Señor Provisor y Vicario General de Puebla expidió licencia al cura beneficiado o al Vicario de Teziutlán, para que según la orden de Nuestra Santa Madre la Iglesia, se conceda a Ignacio José Miranda y María Bernarda Hernández, casase y velase en tiempo oportuno.

Los casó el teniente de cura Don José de Ruiz Brito, el 22 de diciembre del mismo año, pero estando cerradas las velaciones por ser época de Adviento, se velaron el día 2 de enero de 1756.

Ya por aquellos días, se veneraba en la Parroquia una hermosa imagen de la Virgen del Carmen, de la cual eran apasionados devotos Don Nachito y María. No se sabía exactamente cuando y cómo había llegado a la Parroquia aquella venerable imagen. Pero al entrar el  siglo XVIII, la imagen ya estaba colocada en su modesto altar en las inmediaciones de la nave principal de la Parroquia.

La leyenda envolvía con atractivo sutil y misterioso, esa carita sonrosada de ojos aterciopelados que miraban tan dulcemente. Los viejos contaban que a la Virgen del Carmen la había traído al pueblo, un marinero español en cumplimento de un voto…

Continuará…

Fuente: Archivo Parroquial de Teziutlán. Testamento de Jacinto Miranda, Lib. I Archivo Parroquial. Un carpintero devoto. Estampa teziuteca del Siglo XVIII – Elena Molina Pérez.

Fotografías: Yayo Zárate, Colección Privada.

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