Archivo por mes: junio 2022

«Apúrate mijo, toma aquellos tronquitos, esas ramas con hojarasca y tráelos». Yo me apresuraba a recoger lo que mi abuelita me decía, debía llevar un buen de leña a la esquina de mi casa, ubicada cerca del centro del Barrio de Ahuateno. Abajito de la casa de Doña Filo, de la casa de los Conde. Teníamos que colocar la leña y esperar el momento justo para encerderla. ¿El motivo? La celebración de la Santísima Trinidad, según la tradición de la Iglesia; el “Domingo de la Santísima Trinidad” es justo el domingo después de Pentecostés. En este 2022 será el 12 de junio. La tradición contaba que debiamos preparar una fogata afuera de la vivienda y empezar a cantar: «¡Viva! ¡Viva la Santísima Trinidad!, ¡que muera el pecado y que viva la gracia! durante este canto, se avivaba el fuego para volver a retomarlo. Al comenzar, el siguiente vecino debía responder…

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´´El centro de Teziutlán está lleno de fantasmas´´, solía decir mi abuela cada vez que pasábamos frente a las ruinas de la Casa Cervantes, lúgubre caserón enclavado en las esquinas de Lerdo e Hidalgo y cuyos oscuros interiores se dejaban entrever a travès de sus puertas y ventanas herrumbrosas. Como muchas otras viviendas y edificios de La Perla de la Sierra, estas cuarterías abandonadas son ahora hogar de sabandijas y gatos sarnosos , infelices espectros que espantan entre la basura y tejas derruidas de sus escombros, edificios cuyas cornisas se desmoronan sobre las calles causando víctimas mortales en días de viento. Ya a principios de la década de mil novecientos noventa la Casa Cervantes mostraba ese aire melancólico de dejadez y resignación por el paso del tiempo. Otrora importante tienda de abarrotes en la región, de su esplendor y vida nada quedaba ya, salvo dos ancianas hermanas privadas de la…

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La presente historia tiene su origen en Guanajuato, sin embargo una versión de esta misma se desarrolló en lo que fuera la Villa de Tlatlauquitepec, evangelizada esta región por los frailes franciscanos provenientes de Tlaxcala; llegando a Tlatlauquitepec en 1526. Sin embargo, la narración se empieza a conocer desde el siglo XVIII, a casi un siglo de la conocida en Guanajuato. Por lo que se presume, fueron los mismos religiosos provenientes de regiones cercanas, o que hayan pasado por Guanajuato, que trajeron esta leyenda a nuestra región. Cabe decir que esta narración, además de ser adaptada a Tlatlauquitepec, desaparece del círculo de leyendas y costumbres de la población, casi tres décadas después de entrado el Siglo XX. ¿Por qué? Creemos que al no ser una leyenda local, mucha gente oriunda decidió ignorarla y sepultarla como un hecho ficticio curioso. Tal vez, algún habitante de Tlatlauquitepec nos pueda comentar al respecto.…

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