«Apúrate mijo, toma aquellos tronquitos, esas ramas con hojarasca y tráelos». Yo me apresuraba a recoger lo que mi abuelita me decía, debía llevar un buen de leña a la esquina de mi casa, ubicada cerca del centro del Barrio de Ahuateno. Abajito de la casa de Doña Filo, de la casa de los Conde. Teníamos que colocar la leña y esperar el momento justo para encerderla. ¿El motivo? La celebración de la Santísima Trinidad, según la tradición de la Iglesia; el “Domingo de la Santísima Trinidad” es justo el domingo después de Pentecostés. En este 2022 será el 12 de junio. La tradición contaba que debiamos preparar una fogata afuera de la vivienda y empezar a cantar: «¡Viva! ¡Viva la Santísima Trinidad!, ¡que muera el pecado y que viva la gracia! durante este canto, se avivaba el fuego para volver a retomarlo. Al comenzar, el siguiente vecino debía responder aún más fuerte; «¡Viva! ¡Viva la Santísima Trinidad!, ¡que muera el pecado y que viva la gracia!
Yo me deleitaba gritando y avivando la fogata, al poco se podía escuchar el repique distintivo para acudir a esta celebración en la parroquia del barrio, la cual, según me contaba mi abuelita, era una tradición de antaño. En mis sueños, aún vagan por mi mente esas tardes brumosas bajando hacia el barrio por la calle de piedras de río, y al fondo, la capillita, repicando a misa.
Pero como siempre pasa, la gente suele olvidar, suele dar la espalda a tradiciones arraigadas en pos de seguir con modas extranjeras. Tiempo después, al llegar la modernidad al barrio, ésta se llevó mucho de las tradiciones que se practicaban. Nunca volverán aquellos tiempos, pero lo que sí puede volver, es la voluntad de la gente por preservar nuestro legado histórico y cultural.
Fuente: Memoria Popular.
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