¿Cuánta gente y cuántos comercios han desaparecido ya? Aún hoy, al caminar por sus calles, nos parece deleitarnos con sus olores y sabores, algunos de los cuales solo nos queda un dejo en la memoria visual y la del paladar, como aquellos deliciosos e inigualables tacos al carbón que preparaba Don Flú (¿lo recuerdan?), de una exquisitez única y cuya receta se mantuvo siempre en secreto. Su local, de piso de tierra e interior sombrío y verdoso, estaba en la Avenida Hidalgo, pegado a lo que hoy es Deportes Leo, también de gran tradición teziuteca. Más abajo, la inolvidable dulcería Lupita y enfrente, en las afueras de lo que fue Olé Olé y Maxi, los tan añorados churros rellenos de Rodo, que despedían un olor embriagante que, de manera extraña, nos recordaba a la Feria Teziuteca de agosto.
Al seguir bajando, era inevitable no detenerse a curiosear en los aparadores del 5 -10 -15, el placer de comprar bien, como rezaba su slogan publicitario. En las tardes veraniegas de sol intenso era casi obligatorio hacer una visita a Peletería Alaska, cuya cremosidad en sus paletas de leche son ahora legendarias. Si se continúa el descenso, nuestras fosas nasales se inundan de un olor casero, a calor de hogar, a comida preparada primorosamente…proviene del Café Plaza, restaurante de gran tradición ubicado en un antiguo caserón que, según dicen, sirvió de mesón o casa de refugio para Guadalupe Victoria. Enfrente, La Estrella de Oriente; es increíble cómo este establecimiento se ha mantenido vigente por más de un siglo en el gusto teziuteco.
¿Y qué me dicen de aquellos elotes preparados con mayonesa, queso y chiltepín molido que Doña Celia, conocida como ¨la señora de los ricitos¨, vendía en la Allende, muy pegadito a lo que fue la Terminal de Autobuses y la Mueblería El Siglo XX? ¿Y los antojitos de Las Magos, con ese sabor único y exquisito en toda la región? ¿Y las tortas de Lonchería Kititos, El Tío Pepe y Lonchería El Siboney? Afortunadamente hoy en día podemos seguir disfrutando de los Tacos Marcos y de Peggy, y cada noche se verifica su gusto en los teziutecos por lo numeroso de su clientela.
¿Quién no recuerda que entre la chiquillada de aquellos años fueron populares los Nutrimpis, grandes y redondas pastillas achocolatadas con intenso sabor a leche en polvo que vendía el DIF municipal por las tardes? La venta de pirotecnia en las tienditas era sin control en esa época y se adquirían con gran facilidad ¨palomas¨ y ¨brujitas¨, que se hacían estallar en los solares o patios en compañía de los amigos. Los álbumes de estampitas con temas de naturaleza o de la caricatura de moda eran la sensación del momento, y los niños corrían presurosos a la hora de salida a gastar lo de su recreo para comprar uno a Papelería Paquitos y de paso el sobre de estampas para comenzar a pegarlas con engrudo. Ahí mismo se llevaba a cabo el intercambio de las figuritas repetidas diciendo ya, ya, ya, noooo…y los más duchos se enfrascaban en verdaderos duelos de ¨voladitos¨ para conseguir una buena dotación de ellas.
Comer un wimpy de la dulcería que estaba en lo que ahora es el lobby del Hotel Central; comprar el periódico y revistas en Publicaciones Peredo, lo que hoy es la cafetería del Virreinal; un hot dog de «El amigo» Don Moi; comprar lo de las tareas en la Papelería Lucy; A la vuelta en León Guzmán, pasar a escuchar los hits del momento en el Mercado de Discos con Anita y sus hermanos; la Casa Deustua y sus aparadores llenos de todo; soñar con comprarse un reloj «chido» en La Suiza; comprábamos la despensa en Su Súper Surtidor (antes Súper Comercial Teziuteca); los tenis Decatlón y los zapatos Exorcista de la zapatería Canadá; saludar a Luchita la de El Bulevarcito; escoger un perfume para la novia en la Genet; un «pomito» y botana con Don Mario Vinos que estaba frente a la casa de Don Tirso Agüero; el ruido del cubilete del bar Mike en Riva Palacio; Doña Tere Peña y su Proveedora del Hogar junto a la Farmacia San Germán; un café en el Mustang MAVA, un café cantante abajito de la Canadá. Comprar estambre en La Casa Blanca con Don Mario Selim; pasar a gritarle a Don Richard, el de la Papelería San José: «arriba el América»!!! Si algo se descomponía en casa ir a la Ferretería Roma de los Faraco; los actos cívicos en la explanada del parque, lo que ahora es el Mercado Benito Juárez; la kermesse del 5 de mayo de la ESFAA en el atrio de Catedral; el olor a piel curtida de La Oaxaqueña frente a El Greco…¡Cuántas bodas y fiestas allí! Los Colorines, la primera cafetería con luz negra en la 16 de septiembre, donde ahora está la ampliación de Originales Finos; las Farmacias El Fénix de Don Manuel de la Sierra, junto a la entrada del Virreinal y la de Don Sergio Alarcón, frente al banco que ahora es La Medina; escoger un regalo en Detalles, arribita del Plaza; dos películas toda la tarde de domingo en el Cine Real, actual Parisina; una camisa para la fiesta del fin de semana en D’Enrique, frente al Cine Real; La primera agencia de pronósticos con los Gómez Collado frente al Hotel Valdés; un billete de Lotería con Don Nico Rumilla frente a El Greco; pool y carambola en el «Bar y Billares Veracruz» de la Riva Palacio; la «Bidrierìa» de Don Osvaldo Sánchez en Hidalgo y Lerdo, lo escribía mal pero los colocaba bien (así decía en la puerta).
La antigua loseta dispareja de la Plaza Cívica antes de La Perla (Cuántas «madrizas» atrás del asta jajajaja) Si no había el disco que buscabas con Anita ir a la Casa Fernández con Manolo; la Luciérnaga en el Club Rotario lo que hoy es el Salón de Café Plaza y El Tarral en la 16. Los primeros antros del pueblo, después Dancing Machine frente a los chocomiles de Don Rodo; «Al Caponazo» viernes y sábados en el salón del Seguro al final de la Riva Palacio; histórico el incendio del Café Plaza una noche de Entrega de Chayots en D’argent, y todos los voluntarios de traje y medios borrachos ayudando a apaciguar el siniestro. ¡Cuántas fotos reveladas en Fotomundo con los Cano! Las mamás compraban sus agujas y le arreglaban su tejedora con el Sr Mora en la Singer…
¡Ah, Teziutlán de antaño! Te extraño como se extrañan los sueños soñados…tu parque lleno de vida y barullo, con sus betuneros siempre a la orden del cliente y el chiflido inconfundible de sus globeros, acompañados del trinar de las aves posadas en los árboles, las campanas de Catedral sonando a las seis de la tarde, los paseos y días de campo en el Zoológico los domingos, las reuniones y encuentros en la Plaza Cívica y El Carmen… Cosas y casas que se fueron, gente hermosa que feneció, lugares que ahora son fantasmas borrosos que se perdieron sumergidos en la vorágine nebulosa de los recuerdos.
Muchas gracias por leer esta: Historia que la Niebla se llevó
Fuente: Memoria Popular
Fotografías: Colección privada.
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Nos leemos en la siguiente…