Presbítero Federico Escobedo (Tamiro Miceneo). 2da. Parte
Tamiro Miceneo, entre los Árcades Romanos.Segunda y última parte. Aromático, el café era servido en delicadas tazas de porcelana, mientras los bizcochos recién horneados permanecían en charolas que reposaban en el centro de la mesa, donde ellos, Federico Escobedo y sus amigos -algunas familias teziutecas-, compartían la cena. Solían consumir las horas nocturnas en gratas tertulias en las que recordaban, unos, la infancia consumida en terruños distantes, y otros, en tanto, los días más cruentos del movimiento revolucionario, cuando temerosos se ocultaban en los sótanos de sus casas o huían a sitios de difícil acceso. Dormía, entonces, el Chignautla abrupto con sus nueve manantiales tras la cortina de neblina que le separaba del caserío teziuteco; sin embargo, algún rincón del Santuario del Carmen o una de las casas de los amigos se convertían en pequeño mundo, en refugio de noctámbulos, en comedor para deleitar los paladares y en sala de…