La presente «Lectura Histórica» se presenta como una narración de uno de sus capitanes: Julio Hassinyor, quién comandó al batallón de Cazadores que el gobierno de Bélgica envió como refuerzos contra la invasión austríaca que sufrió el Norte de Puebla.
Llegué a costas mexicanas de la llamada Veracruz el 22 de abril de 1862. Una guerra se avecinaba en una importante ciudad al sureste de la Capital de Méjico. Sin embargo yo tenía indicaciones de avanzar hacia una población de Veracruz llamada Pinahuizapan (hoy Perote). Nuestra misión invadir un poblado clave para las rutas de transporte, esa población se llamaba: Teziuhtlán. En Perote nos reuniríamos con otro batallón de cazadores proveninentes de Bélgica. Nuestro emperador de México; Maximiliano, había mandado a pedir refuerzos en todos los frentes. En Perote nos reunimos con Hermenegildo Carrillo, él nos indicó que debíamos esperar a dicho batallón que envíaba el Emperador desde Orizaba.
A su llegado fui puesto como Capitán del Batallón de Cazadores belgas. Emprendimos el rumbo hacia Teziuhtlán. Al llegar a las afueras de aquel poblado, nos asentamos en una finca, el lugar se llamaba Xoloaxpan (Xoloco). Corría el año de 1864, una enorme cantidad de serranos se dirigían a Puebla de los Ángeles a defenderla de otro batallón que nuestro emperador había ordenado invadir, si caía Puebla, caía la Ciudad de Méjico. Las órdenes eran claras. Invadir Teziuhtlán y cortar toda ruta comercial hacía Méjico. Avanzamos rápido por las interminables barrancas, pero fuimos interceptados, lo que nos obligó a desviarnos hacia el poniente. Desde ahí contratamos espías que nos ayudasen como estaban organizados los pobladores. Soportamos estar en esa zona unos meses. Durante ese tiempo algunos locales nos ayudaron con víveres. El clima de aquí, nos recordaba a nuestro hogar, aunque aquí es mucho más húmedo.
Entramos a la ciudad en 1865 y para 1866 se inició con el combate de Zanja Mala entre el Sr. Don Fernando María Ortega y otra fuerza extranjera; el 31 de enero, la acción de armas de Huamantla el combate del Llano de Iglesias el 4 de mayo; el del 1° de junio en Huauchinango; 12 de junio en Pogola; 8 de agosto Chinantla; 11 del mismo en Ixcaquistla; 21 en Teziuhtlán; 2 de septiembre en Tepeji; 1° de octubre en Tulcingo; el 28 en Tehuacán; 2 de noviembre en Cerro Blanco; el 29 del mismo en Huauchinango; el 8 de diciembre en Atlixco y el 31 del mismo en Tecamachalco.
En los primeros meses de 1867, sólo en México, Querétaro y Puebla flotaba la bandera imperial que durante tres años había sojuzgado el destino de México, siendo Puebla, una vez más, el lugar donde el Imperio de Maximiliano de Habsburgo iniciaría su trágico fin, cumpliendo con ello su destino como baluarte de México.
Sería Porfirio Díaz quien, luego de una serie de victorias en el sur del estado de Oaxaca y en la frontera poniente del estado de Veracruz y Puebla, efectuaría el asalto final a la ciudad de Puebla penetrando por el sur desde Acatlán y Tepeji, al tiempo que las tropas republicanas tomaban Izúcar de Matamoros y Tepeaca. El general Díaz avanzaría sobre los suburbios de Puebla el 8 de marzo, estableciendo su cuartel general en el cerro de San Juan, el mismo lugar desde donde el general Forey sitiara Puebla en 1863. Paulatinamente ocuparía la penitenciaría, la iglesia de San Javier, el Paseo Nuevo (Paseo Bravo), el molino de Huexotitla y el barrio de Santiago; atacando el Hospicio y San Marcos el 16 de marzo, batallas en las que el general Manuel González perdería un brazo y Carlos Pacheco el brazo, una pierna y un ojo. Caerían poco a poco los tradicionales puntos de la defensa poblana: La Merced, San Marcos y la Alameda Nueva; para, finalmente, a las cuatro de la mañana del 2 de abril de 1867, caer por asalto los últimos parapetos imperialistas que defendían la ciudad, al mando de los generales Manuel María Noriega y Hermenegildo Carrillo. Los últimos reductos en rendirse a las fuerzas de Porfirio Díaz serían el Carmen y los fuertes de Loreto y Guadalupe, siendo arriados de manera definitiva el pabellón imperial de la Puebla de Zaragoza, precipitando el fin del Imperio de Maximiliano de Habsburgo, el que tendría su desenlace final pocos meses después en Querétaro.
Más adelante, durante la llamada “Pax Porfiriana”, el 2 de abril sería una de las fechas más celebradas del calendario civil mexicano, siendo sin lugar a dudas el asalto y toma de Puebla fundamental para la recuperación de la República durante el imperio efímero de Maximiliano de Habsburgo, impuesto como gobernarte por la fuerza de las armas del ejército francés. A Porfirio Díaz, quien gobernaría México por más de tres décadas se le conocería desde entonces como “El héroe del 2 de abril”.
Finalmente tuvimos que partir rumbo a Orizaba. Al salir de Teziuhtlán, siento que una parte de mi se quedó allí para siempre.
Fuentes: Los Estados y sus Gobernantes. -Lázaro Pavía. -México 1890. | Historia de Puebla Cap. XXV -Págs: 668-682. -Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.- México 2010. | El sitio de Puebla : 150 aniversario. — México : Benemérita Universidad Autónoma de Puebla : Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, 2015. | Hermenegildo Carrilo – INEHRM.
Fotografías: Capitán de Cazadores Julio Hassinyor: Colección: Colección Felipe Teixidor – Fototeca Nacional. | General Hermenegildo Carrillo: Colección Culhuacán – Fototeca Nacional | Av. Hidalgo, Teziutlán, Puebla ca.1933. | General Porfirio Díaz: Museo Regional de Michoacán, Nicolás León Calderón | Maximiliano de Habsburgo con sus hermanos ca.1860 – Colección Felipe Teixidor – Fototeca Nacional
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